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El tratamiento superficial es una disciplina que comprende habilidades específicas que favorecen el diseño residencial y comercial, en favor del cuidado de la salud, la imagen institucional o comercial, así como de la comunicación personal e interpersonal.

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Dentro de las sociedades actuales se está incrementando la conciencia sobre la influencia y habilidad que tienen los espacios superficiales, para propiciar la creación de cambios positivos en la vida de las personas, por lo que el tratamiento superficial se ha convertido también en relevante para este tipo de apoyo

Las artes decorativas se definen como trabajos que suelen categorizar la búsqueda de la funcionalidad, el propósito y el estatus como finalidad única.

 

Para esto generalmente toman un elemento o composición denominada ornamento que sirve para embellecer personas y/o cosas; y esta puede distribuirse principalmente en dos clases: simples (o elementales) y compuestos.

 

Los primeros consisten en un solo motivo, ya sea aislado o bien repetido en serie. Los segundos son una combinación de los distintos simples o bien elementales.

 

Los adornos simples se dividen a su vez en:

 

     ·  Caligráficos, cuyos motivos son trazos de escritura;

     ·  Geométricos, compuestos por líneas de la geometría;

     ·  Orgánicos, que pueden corresponder a seres del reino vegetal (fitaria) o del reino animal (zodaria).

     ·  Inorgánicos, que pueden corresponder a objetos (de fabricación) y conceptos (de representación temática visible, tangible y especializada).

El diseño superficial es una práctica creativa, que analiza la información programática de la psicología ambiental, la arquitectura, y del diseño de producto.

 

Dentro del interiorismo y el exteriorismo, que son disciplinas comprendidas por el diseño, se desglosa la disciplina del diseño superficial, y está en si, se determina como la habilidad proyectual involucrada en el proceso de formar la experiencia del espacio a través de la manipulación del volumen espacial, mediante el tratamiento de sus superficies; el diseño superficial es una práctica creativa, que analiza la información programática de la psicología ambiental, la arquitectura y del diseño de producto, además de la decoración tradicional, para establecer una dirección conceptual, que logra refinar la dirección del diseño y elaborar documentos gráficos de comunicación efectiva.

El diseño es en síntesis, una estrategia y una táctica de la mente que se moviliza.

 

En nuestro entorno físico hay sólo dos clases de objetos: un gran porcentaje corresponde a los que han sido diseñados, y uno aún más elevado, a los que no lo fueron.  Si situamos a uno dentro del primer grupo (el de los diseñados) y luego lo calificamos como bueno, le hemos adjudicado un alto grado de valoración; ahora bien, entre el conjunto de obras y productos de mensajes visuales, son muy pocos los de buen diseño; característica peculiar, si consideramos que en países como el nuestro, casi todo el entorno artificial está por diseñarse.

 

Por eso consideremos que, lo que determina a un buen diseño o rediseño de superficies, es en primer lugar la existencia de un fin sobre un problema a resolver, con una intención, con un propósito; y en segundo lugar, al proceso de concepción, el plan mental que forma el programa para llegar a la comunicación que brinda una solución.

El buen diseño, define a un objeto como poseedor de determinadas cualidades funcionales además de las formales.

 

Cuando nos encontramos frente a un buen diseño, nos sentimos embelesados y asombrados, porque nos estamos parando frente a la esencia resultante de una gran historia o un arduo trabajo, y no solo frente a un efímero objeto; el estilo es la tendencia y corriente formada por diversas cualidades y características que componen un lenguaje artístico asociado a la apariencia, la estética y la gracia de algo que sirve como medio de comunicación que sinergia la afinidad.

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